Cada vez son mayores las reacciones y críticas contra la tendencia de endurecer el control de las integraciones empresariales, tan en boga en Europa y EEUU.
Reflejo de esta inclinación es la Ley de Mercados Digitales de la Unión Europea y las nuevas Directrices para el análisis de integraciones empresariales expedidas recientemente en Estados Unidos.
Recientemente, los Gobiernos de Francia y Alemania publicaron una declaración en la que invitan a la Unión Europea a revisar estas políticas y a evaluar su papel en el desarrollo económico y en la capacidad de las empresas europeas para competir en el escenario global.
“Debemos revisar si las actuales normas y prácticas europeas de competencia siguen siendo adecuadas para contribuir a lograr este objetivo y si permiten el establecimiento de consorcios y la consolidación de sectores claves”, manifestaron esos países.
Según el diario “Político”, esta declaración surge a raíz de la oferta de la compañía alemana Lufthansa para adquirir a la aerolínea italiana ITA y la posibilidad de que esta integración sea objetada por representar peligros para la competencia.
Margrethe Vestager, Comisionada Europea de Competencia, comentó a “Político” que: “Si los serios problemas de competencia no son resueltos, no podemos aprobar la transacción”.
No es la primera vez que estos países manifiestan su inconformismo con la forma como se está aplicando esta política. En el año 2019, ya habían emitido un documento en el que hicieron un llamado similar luego de que la Comisión Europea prohibiera la integración de las empresas del sector ferroviario Alstom y Siemens que se esperaba competirían agresivamente contra empresas de China.
Afirmaron que “La decisión es simple en cuanto a política industrial se refiere: unir nuestras fuerzas o permitir que nuestra base industrial desaparezca gradualmente”.
Los conflictos entre las políticas de competencia y la política industrial son de vieja data en el mundo.
De acuerdo con el informe TD/B/C.I/CLP/69. del Grupo Intergubernamental de Expertos en Derecho y Política de la Competencia de la UNCTAD, estas tensiones obedecen a que la política de competencia busca fomentar la libre concurrencia en el mercado mientras que la política industrial pretende fortalecer la producción interna y la competitividad global de un país e incluso consolidar los denominados “Campeones Nacionales” que puedan competir con monstruos de gran tamaño de otros países y regiones, entre ellos, la china.
Por ejemplo, Simon Evenett, profesor de comercio internacional de la universidad de San Gallen, propuso establecer excepciones a las prohibiciones del régimen de competencia en aquellos casos en que el interés público lo amerite.
Así, integraciones como las comentadas podrían permitirse con base en los beneficios que esas operaciones traerían para el desarrollo económico.
Según Claire Lombardelli, Economista jefe de la OCDE, la política industrial y la de competencia son complementarias y debe encontrarse un balance para que los Estados puedan impulsar la industria local mientras garantizan condiciones óptimas para competir.
Lo anterior muestra que la política industrial está más viva que nunca y que no necesariamente antagoniza con la eficiencia de los mercados.
El debate cobra aún más relevancia en países como Colombia en donde es de primordial importancia reindustrializar la economía. En este sentido, además de la figura de abogacía de la competencia, seria conveniente generar espacios de coordinación interinstitucional, para resolver los conflictos más álgidos que usualmente pueden surgir entre estas políticas.