Gabriel Ibarra
Al parecer el primer ministro de Gran Bretaña y los políticos que embarcaron a ese país en la iniciativa del Brexit no sólo se niegan a apreciar, en su justo contexto, las consecuencias de esa alocada aventura, sino que insisten en defender ese proceso apelando a argumentos que no corresponden a la realidad y a proclamas nacionalistas.
Así, en enero pasado, Boris Johnson anunció de manera exultante que, gracias al “Brexit”, ya no se sentarán pasivamente, sino que aprovecharán las oportunidades de su libertad y las usarán “para reconstruir mejor que nunca, haciendo que nuestros negocios sean más competitivos y nuestra gente más próspera”. En la misma línea, el “Cabinet Office” del Reino Unido, aseveró que el “Brexit” permitió, entre otras cosas, controlar su democracia, fronteras, aguas y moneda. (The Benefits of Brexit, jan 2022)
Expresiones como las anteriores no pasan de ser un ejercicio demagógico que la contundencia de los hechos y las cifras se encargan de poner en evidencia.
Basta estudiar el comportamiento de los flujos comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea y los costos de los controles de aduana adoptados por ese país.
John Springford del Centro para la Reforma Europea, (citado por The Economist) ha manifestado que “las importaciones y exportaciones combinadas totales de Gran Bretaña se han reducido entre un 11% y un 16% en relación con sus pares desde principios de 2021”.
Por su parte, la Comisión de Cuentas Públicas del Parlamento Británico fue en enfática en advertir, a Boris Johnson, que “es mucho el trabajo que le queda por hacer para reducir las consecuencias negativas que ha traído consigo el Brexit” y añadió que “Los nuevos controles impuestos al movimiento de bienes, desde el Reino Unido a la Unión Europea, han supuesto costes adicionales para las empresas y han afectado el flujo del comercio internacional” (Informe: ”EU Exit: UK Border post transition”)
Aseveró, además, esa Comisión, que, según estimaciones de 2019, de la Agencia Tributaria y Aduanera británica, los nuevos controles aduaneros implicarían un costo adicional anual de 15 mil millones de libras esterlinas, aproximadamente, para las empresas, cifra que no ha sido actualizada.
En el mismo sentido, The Economist ha reportado que el “Brexit” obligó al gobierno británico a gastar, desde 2018, alrededor de 84 millones de libras esterlinas para apoyar a los agentes de aduanas, en los trámites y papeleos de aduana que realizan para sus clientes y que, durante 2021, los pagos de aduanas ascendieron a 3900 millones de libras esterlinas, un 25% más que durante 2019.
De acuerdo con el diario El País, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria del Reino Unido ha estimado que el impacto negativo que tendrá el Brexit, a largo plazo, será de un 4% del PIB.
Finalmente, una encuesta realizada por Financial Times entre varios economistas concluyó que, la incertidumbre política, junto con el Brexit, frenará la recuperación del Reino Unido en 2022.
Se puede apreciar entonces que la realidad es bien diferente a la que ha pretendido presentar el señor Johnson y que por el contrario, todo parece indicar que el camino que le queda por recorrer, al Reino Unido, para sortear los costos y dificultades de esta populista decisión, está lleno de espinas y sufrimiento.