Gabriel Ibarra
En enero, la senadora de Minnesota Amy Klobuchar impulsó un proyecto de ley que pretende modificar la legislación antimonopolio de Estados Unidos y prohibir la denominada “preferencia autónoma”, práctica en la que incurren los gigantes tecnológicos cuando le dan prioridad o mayor visibilidad, en sus plataformas, a los propios productos, respecto de los de sus competidores. Se establecen además sanciones de hasta 15% de los ingresos totales que hubiere percibido el transgresor en EE.UU., durante el período en que ocurrió la infracción.
Según los promotores del proyecto, estas empresas se aprovechan de la información de sus competidores, a la que han tenido acceso debido que controlan la plataforma.
La senadora Elizabeth Warren ha manifestado que los agentes que controlan las plataformas no deberían participar en ellas como competidores por cuanto “puedes ser el árbitro o puedes ser un jugador, pero no puedes ser ambos”.
Como ejemplo de ”preferencia autónoma” se ha citado la promoción que hace Amazon para priorizar la venta de sus propios productos (Amazon Basics) o el hecho que Apple preinstale, en todos sus televisores y dispositivos, su aplicación de Apple TV+ y ello, según afirman, utilizando la información sensible de los competidores que ofrecen sus productos en esas plataformas .
La discusión de esta iniciativa ha generado una verdadera batalla campal en las redes, pues tanto los gigantes de la tecnología, como las organizaciones que abogan por la regulación estricta de estas empresas, han acudido, de manera agresiva, a “influenciadores” que se anuncian en Instagram y TikTok, para defender, promover y difundir sus posiciones.
Así, Accountable Tech, una organización que apoya la legislación propuesta por Klobuchar, indicó haber contactado a un grupo de creadores de TikTok para esos propósitos.
Según el Washington Post, la inclusión de influenciadores para estos propósitos marca un “caso exótico” en una guerra de política tecnológica que podría tener implicaciones potencialmente radicales para el mercado.
Por su parte, Adam Kovacevich, CEO de Chambers of Progress, asociación que aglutina a diversas empresas de tecnología, ha criticado severamente el proyecto y ha señalado que si bien es necesario trabajar mucho en aras de lograr un internet mejor, más seguro y saludable, el proyecto de ley está lejos de constituir la solución adecuada y deseable y que por el contrario puede ser en extremo inconveniente y nocivo, toda vez que le asesta un golpe grave a la libertad de elección del consumidor que demanda este tipo de productos.
Se parte de la base de que no son pocos los consumidores que eligen y prefieren estos bienes de manera consciente, debido a que facilitan sus necesidades de consumo, pues el hecho de que, por ejemplo, se puedan adquirir televisores con aplicaciones pre-instaladas o de fábrica, le evita al consumidor la necesidad de adquirirlas por aparte, lo que les haría más engorroso el proceso de compra.
La conclusión es que las cosas en este campo no son blancas y negras y de ahí que se prevea que el proceso de discusión de la ley no será nada fácil.
Al margen de lo anterior, es importante considerar que, tratándose de un área tan gris y llena de matices, pareciera que no es prudente hacer generalizaciones y que, por consiguiente, en vez de establecer en la ley posiciones a priori, podría ser más conveniente dejar el asunto para que los jueces determinen y decidan, caso por caso y según el contexto y las circunstancias específicas, cuándo se presentan abusos.